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El Cuarto de Máquinas se complace en presentar Gemini Six del artista mexicano Golgo, una exposición que reúne escultura y pintura bajo una estética cyberpunk para realizar una autopsia estética de la fe, donde figuras sagradas se reconfiguran para revelar esqueletos robóticos. En este universo, lo sagrado no desaparece, sino que muta en protocolos visuales, máscaras y ensamblajes que cuestionan la autenticidad de la devoción en la era de la automatización.
La imagen y semejanza con la que fue creado el humano se transforma con la intervención de la máquina, la figura divina ya no encarna un misterio insondable, sino un ser ensamblado. En Gemini Six cuerpos divinos se presentan como superficies programables, atravesados por cables y placas electrónicas, borrando la línea entre lo sacro y artificial. Dentro del imaginario cyberpunk el futuro no llega con estruendo, sino como una mutación silenciosa, en este caso en forma de una espiritualidad automatizada, de un alma replicable, de una devoción que ya no requiere conciencia, sólo repetición. Golgo se instala en este umbral, no para negar o criticar la religión, sino para someterla a una autopsia estética.
Diez pinturas al óleo y dos esculturas componen esta muestra en la que María y Jesús aparecen como cuerpos cibernéticos. Golgo retoma el hiperrealismo minucioso que ha definido su práctica, donde vírgenes de belleza inverosímil, ponían en cuestión una perfección que rozaba la estética industrial, sugiriendo una sacralidad fabricada en serie. Ahora, esa misma precisión técnica se convierte en un bisturí conceptual que revela la automatización de la fe, su transformación en protocolo, en un sistema visual que se repite, con frecuencia sin verdadera veneración.
Las obras están repletas de referencias y capas de conceptos visuales. En la propuesta de la codificación y mecanización de lo divino, se pueden apreciar gestos a Ghost in the Shell, un clásico del cyberpunk que plantea que el alma puede transferirse a una máquina. En varias piezas, la figura de Cristo aparece inspirada por la escultura de Herman Makkink que Stanley Kubrick colocó en A Clockwork Orange como símbolo de una fe convertida en espectáculo. De manera similar, las máscaras que portan algunas de las representaciones remiten al personaje de ópera en Pagliaccio, el payaso que encarna el sufrimiento maquillado y oculto. Lo sagrado aquí no desaparece, pero muta en otra cosa: en símbolo desgastado o cuerpo intervenido.
Gemini Six hace referencia a las misiones espaciales rusas y estadounidenses que iniciaron experimentos con cuerpos artificiales y humanoides, subrayando el vínculo entre tecnología, cuerpo y trascendencia. El personaje de Golgo ha estado siempre mediado por la máscara, un dispositivo de anonimato, pero también de construcción narrativa. Su obra nunca ha sido ajena al disfraz, al ocultamiento como forma de aparición. Esta muestra se convierte en un doble gesto de desenmascaramiento, el del autor que emerge expresando cuestionamientos que lo acompañan desde la niñez, y el de una fe que revela su estructura como sistema, como interfaz o como máquina.
Icka Gallego
El Cuarto de Máquinas se complace en presentar Gemini Six del artista mexicano Golgo, una exposición que reúne escultura y pintura bajo una estética cyberpunk para realizar una autopsia estética de la fe, donde figuras sagradas se reconfiguran para revelar esqueletos robóticos. En este universo, lo sagrado no desaparece, sino que muta en protocolos visuales, máscaras y ensamblajes que cuestionan la autenticidad de la devoción en la era de la automatización.
La imagen y semejanza con la que fue creado el humano se transforma con la intervención de la máquina, la figura divina ya no encarna un misterio insondable, sino un ser ensamblado. En Gemini Six cuerpos divinos se presentan como superficies programables, atravesados por cables y placas electrónicas, borrando la línea entre lo sacro y artificial. Dentro del imaginario cyberpunk el futuro no llega con estruendo, sino como una mutación silenciosa, en este caso en forma de una espiritualidad automatizada, de un alma replicable, de una devoción que ya no requiere conciencia, sólo repetición. Golgo se instala en este umbral, no para negar o criticar la religión, sino para someterla a una autopsia estética.
Diez pinturas al óleo y dos esculturas componen esta muestra en la que María y Jesús aparecen como cuerpos cibernéticos. Golgo retoma el hiperrealismo minucioso que ha definido su práctica, donde vírgenes de belleza inverosímil, ponían en cuestión una perfección que rozaba la estética industrial, sugiriendo una sacralidad fabricada en serie. Ahora, esa misma precisión técnica se convierte en un bisturí conceptual que revela la automatización de la fe, su transformación en protocolo, en un sistema visual que se repite, con frecuencia sin verdadera veneración.
Las obras están repletas de referencias y capas de conceptos visuales. En la propuesta de la codificación y mecanización de lo divino, se pueden apreciar gestos a Ghost in the Shell, un clásico del cyberpunk que plantea que el alma puede transferirse a una máquina. En varias piezas, la figura de Cristo aparece inspirada por la escultura de Herman Makkink que Stanley Kubrick colocó en A Clockwork Orange como símbolo de una fe convertida en espectáculo. De manera similar, las máscaras que portan algunas de las representaciones remiten al personaje de ópera en Pagliaccio, el payaso que encarna el sufrimiento maquillado y oculto. Lo sagrado aquí no desaparece, pero muta en otra cosa: en símbolo desgastado o cuerpo intervenido.
Gemini Six hace referencia a las misiones espaciales rusas y estadounidenses que iniciaron experimentos con cuerpos artificiales y humanoides, subrayando el vínculo entre tecnología, cuerpo y trascendencia. El personaje de Golgo ha estado siempre mediado por la máscara, un dispositivo de anonimato, pero también de construcción narrativa. Su obra nunca ha sido ajena al disfraz, al ocultamiento como forma de aparición. Esta muestra se convierte en un doble gesto de desenmascaramiento, el del autor que emerge expresando cuestionamientos que lo acompañan desde la niñez, y el de una fe que revela su estructura como sistema, como interfaz o como máquina.
Icka Gallego
El Cuarto de Máquinas is pleased to present Gemini Six by Mexican artist Golgo, an exhibition that brings together painting and sculpture within a cyberpunk aesthetic to perform an aesthetic autopsy of faith, where sacred figures are reconfigured to reveal robotic skeletons. In this universe, the sacred does not disappear but mutates into visual protocols, masks, and assemblages that question the authenticity of devotion in the age of automation.
The image and likeness with which humans were created is transformed with machine intervention, the divine figure no longer embodies an unfathomable mystery, but an assembled being. In Gemini Six the body, vessel of the soul, is presented as programmable surfaces, pierced by wires and electronic boards, blurring the line between organic and artificial. Within the cyberpunk imaginary, the future does not arrive clamorously, but as a silent mutation, in this case in the form of an automated spirituality, of a replicable soul, of a devotion that no longer requires consciousness, only repetition. Golgo stands on this threshold, not to deny or criticize religion, but to submit it to an aesthetic autopsy.
Ten oil paintings and two sculptures make up this exhibition in which Mary and Jesus appear as cybernetic bodies. Golgo revisits the meticulous hyperrealism that has defined his practice, where virgins of incredible beauty questioned a perfection that bordered on industrial aesthetics, suggesting a mass-produced sacredness. Now, that same technical precision becomes a conceptual scalpel that reveals the automation of faith, its transformation into protocol, in a visual system that repeats itself, often without true veneration.
The works are filled with references and layers of conceptual imagery. In the proposal of the codification and mechanization of the divine, there are gestures to “Ghost in the Shell”, a cyberpunk classic that depicts that the soul can be transferred to a machine. In several pieces, the figure of Christ appears inspired by Herman Makkink’s sculpture that Stanley Kubrick placed in “A Clockwork Orange” as a symbol of a faith turned into spectacle. Similarly, the masks worn by some of the performances refer to the opera character in Pagliaccio, the clown who embodies suffering disguised and hidden. What is sacred does not disappear but mutates into something else: into a worn-out symbol or an intervened body.
Gemini Six refers to the Russian and American space missions that initiated experiments with artificial and humanoid bodies, underlining the link between the body, technology and transcendence. Golgo’s character has always been mediated by a mask, a device of anonymity, but also of narrative construction. His work has never been alien to disguise, to concealment as a form of appearance. This exhibition becomes a double gesture of unmasking, that of the author who emerges expressing questions that have accompanied him since childhood, and that of a faith that reveals its structure as a system, as an interface or as a machine.
Icka Gallego
Andreas Híjar (/e:har/; nacido en 1982) es un artista e ilustrador mexicano conocido como · Golgo ·, un personaje enigmático que se expresa a través del arte, profundamente arraigado en su herencia cultural. Golgo mantiene una fuerte conexión con sus raíces, comenzando por su admiración por la Lucha Libre, la cual también inspira la máscara que porta en homenaje a su héroe de infancia, Mil Máscaras. Esta máscara, además de honrar esa figura, vela su identidad y protege su anonimato.
Artista autodidacta y coleccionista de imágenes, Golgo ha desarrollado un estilo visual único. Sus influencias provienen de una mezcla diversa de arte clásico, cómics y futurismo. Su obra investiga el tiempo y el espacio entre la ilusión y la realidad. A través del graffiti y el arte urbano, exploró de forma directa la complejidad de la vida, los límites de la glorificación, lo oscuro y lo divino. Cristo y santos dolientes aparecen junto a cuerpos humanos, referencias de ciencia ficción y tropos del México clásico.
Estas referencias culturales eclécticas se enfocan en la existencia, la fe y el funcionamiento —y eventual deterioro— del cuerpo humano. Como sucede con muchos artistas, su trabajo ha sido interpretado erróneamente como oscuro, cuando en realidad se trata de una celebración realista de la vida y la urgencia de vivirla plenamente antes de lo inevitable.
Actualmente, continúa produciendo de forma individual desde su estudio Black Blood Studio, fundado originalmente en 1999 en Ciudad de México y ahora ubicado en Los Ángeles. Trabaja con una amplia gama de técnicas que incluyen tinta y aerosoles, aunque su medio principal es la pintura al óleo, donde explora un estilo hiperrealista influenciado por la imaginería medieval europea, abordando temas de espiritualidad, corporeidad y dolor. Su obra también cuestiona la separación entre arte y ciencia, demostrando que ambas áreas se complementan.
Viviendo actualmente como nómada y desde su estudio, Golgo rodea sus espacios de trabajo con símbolos, colores y objetos específicos que se transmutan en pinturas, gráficos y proyectos de diseño alternativo. Su obra expresa siempre un tono metafísico, una sensación de esperanza y asombro: creaciones centradas en personajes y temas que emergen del conflicto hacia un limbo, capturando la trágica belleza de un último aliento.
Andreas Híjar (/e:har/; nacido en 1982) es un artista e ilustrador mexicano conocido como · Golgo ·, un personaje enigmático que se expresa a través del arte, profundamente arraigado en su herencia cultural. Golgo mantiene una fuerte conexión con sus raíces, comenzando por su admiración por la Lucha Libre, la cual también inspira la máscara que porta en homenaje a su héroe de infancia, Mil Máscaras. Esta máscara, además de honrar esa figura, vela su identidad y protege su anonimato.
Artista autodidacta y coleccionista de imágenes, Golgo ha desarrollado un estilo visual único. Sus influencias provienen de una mezcla diversa de arte clásico, cómics y futurismo. Su obra investiga el tiempo y el espacio entre la ilusión y la realidad. A través del graffiti y el arte urbano, exploró de forma directa la complejidad de la vida, los límites de la glorificación, lo oscuro y lo divino. Cristo y santos dolientes aparecen junto a cuerpos humanos, referencias de ciencia ficción y tropos del México clásico.
Estas referencias culturales eclécticas se enfocan en la existencia, la fe y el funcionamiento —y eventual deterioro— del cuerpo humano. Como sucede con muchos artistas, su trabajo ha sido interpretado erróneamente como oscuro, cuando en realidad se trata de una celebración realista de la vida y la urgencia de vivirla plenamente antes de lo inevitable.
Actualmente, continúa produciendo de forma individual desde su estudio Black Blood Studio, fundado originalmente en 1999 en Ciudad de México y ahora ubicado en Los Ángeles. Trabaja con una amplia gama de técnicas que incluyen tinta y aerosoles, aunque su medio principal es la pintura al óleo, donde explora un estilo hiperrealista influenciado por la imaginería medieval europea, abordando temas de espiritualidad, corporeidad y dolor. Su obra también cuestiona la separación entre arte y ciencia, demostrando que ambas áreas se complementan.
Viviendo actualmente como nómada y desde su estudio, Golgo rodea sus espacios de trabajo con símbolos, colores y objetos específicos que se transmutan en pinturas, gráficos y proyectos de diseño alternativo. Su obra expresa siempre un tono metafísico, una sensación de esperanza y asombro: creaciones centradas en personajes y temas que emergen del conflicto hacia un limbo, capturando la trágica belleza de un último aliento.
Andreas Híjar (/e:har/; born in 1982) is a Mexican artist and illustrator known as · Golgo ·, an enigmatic figure who expresses himself through art deeply rooted in his cultural heritage. Golgo maintains a strong connection to his roots, beginning with his admiration for Lucha Libre, which also inspires the mask he wears as a tribute to his childhood hero, Mil Máscaras. This mask, beyond honoring that figure, conceals his identity and protects his anonymity.
A self-taught artist and collector of images, Golgo has developed a unique visual style. His influences stem from a diverse mix of classical art, comics, and futurism. His work explores the time and space between illusion and reality. Through graffiti and street art, he directly explored the complexity of life, the limits of glorification, the obscure, and the divine. Christ and mourning saints appear alongside human bodies, science fiction references, and tropes from classical Mexico.
These eclectic cultural references focus on existence, faith, and the functioning—and eventual deterioration—of the human body. As with many artists, his work has often been misinterpreted as dark, when in fact it is a realist celebration of life and the urgency to live it fully before the inevitable.
He currently continues to work independently from his studio, Black Blood Studio, originally founded in Mexico City in 1999 and now based in Los Angeles. He works across a wide range of techniques including ink and aerosol, though his main medium is oil painting, through which he explores a hyperrealist style influenced by medieval European imagery, addressing themes of spirituality, corporeality, and pain. His work also questions the divide between art and science, showing how the two areas complement rather than oppose each other.
Now living nomadically and working from his studio, Golgo surrounds his creative spaces with specific symbols, colors, and objects that transmute into paintings, graphics, and alternate design projects. His work always expresses a metaphysical tone—a sense of hope and wonder: creations centered around characters and themes that emerge from conflict into limbo, capturing the tragic beauty of a final breath.